jueves, 13 de agosto de 2020

Reflexión complementaria- Felipe Fuentealba R.

Teoría de la Danza contemporánea y la Improvisación, según el escritor Felipe Fuentealba.

"Llega un momento en la carrera de un intérprete, de una gran bailarina, en el que sólo es capaz de hacer una sola cosa: danzar. Todo lo que ella es, su cuerpo, su mente, sus sensaciones, están dispuestas para un sólo objetivo: bailar bien, expresar. Cuando eso ocurre, los especialistas dicen que la interprete ha llegado a su peak, a su cima. Puede que no sepa hablar, que no sepa conducir un auto, que ni siquiera sepa qué ropa elegir para ponerse, pero sabe una cosa mejor que nadie en el mundo: bailar.

Para eso entrena: a punta de repeticiones y de preparación física, él y la interprete buscan forzar su cuerpo hasta aquél punto, diríamos, monótono, pero a la vez, maravilloso, en el que cada una de sus fibras está dispuesta para la eficacia. No es un punto que se extienda mucho en el tiempo. A lo más dura tres o cuatro años, tras lo cual el tiempo y el natural desgaste mental dan inicio a otras etapas (sin duda hay algo de locura en esa búsqueda). Pero su brevedad la compensa.

Según el testimonio de los mismos intérpretes, varios elementos son característicos de ese momento de peak. Uno de ellos es la memoria corporal. Como ya ha demostrado Merlau Ponty (los coreógrafos y coreógrafas debieran leerlo), el cuerpo siempre llega primero que la mente y posee su propia memoria. Quien baila entrena para que el cuerpo adquiera sus propios recuerdos, simula situaciones, giros, reitera una y otra vez reacciones para que, llegado el momento no tenga que pensar: que el cuerpo resuelva por sí mismo.

La preparación física sólo actúa como soporte. SI llegado el momento decisivo la intérprete está agotada físicamente, va a querer pensar y ese es el error. El cuerpo siempre tiene que pensar por el intérprete. Aventuro una hipótesis: quién baila, en el fondo, lo que busca es anular el pensamiento de su mente, y despertar la razón de su cuerpo.

Pues bien, no todos los que bailan llegan a ese peak (que es muy breve, como he dicho), y cuando lo hacen por lo general no saben cómo explicarlo, como si se tratara de una revelación mística. Dicen: "no sé cómo lo hice", o: "sencillamente baile". Y no se los puede culpar, porque en el fondo no son "ellas"o "ellos" los que han hecho la danza, sino su cuerpo. El que baila, sin saberlo, busca anular su yo.

Tras una obra le preguntaron a una bailarina de la compañía Reverso, discursos en movimiento, dirigida por la coreógrafa Carolina Contreras, cómo se le había ocurrido improvisar así, en qué había pensado. Ella -y esto prueba mi hipótesis-, se limitó a decir: "no lo pensé, no lo planeé. Sólo sentí un espacio y reaccioné"."


Autor: Felipe Fuentealba R. Fotografía: Camila Gómez. Bailarina: Carolina Contreras.


Reflexión Grupal y Relación: Relacionando el texto anterior con nuestra opinión personal, podemos decir que muchas veces dentro de la improvisación si bien es un espacio de infinitas posibilidades a veces nuestra corporeidad llega a un punto en donde los pasos o movimientos son siempre similares, y puede relacionarse a que se torna un lenguaje tan propio que a pesar de tener la oportunidad para explorar repetimos los mismos patrones. A través del entrenamiento el cuerpo se disciplina y también crea conciencia, y sobre todo tiene la capacidad de recordar lo que se explora y por ello de una u otra forma todas las danzas son distintas y tienen su sello propio.

Algunas veces es difícil quitar ciertos movimientos adquiridos en nuestra danza, pero no creemos que sea algo malo, al contrario, significa que hemos explorado. Usualmente las primeras veces en que se improvisa nacen un sin fin de elementos, pero cuando es una practica que se vuelve reiterativa suele ser más complicado ahondar en nuevos movimientos, lo cual también muchas veces se produce por la conexión constante entre mente-''cuerpo'', lo que produce pensar en todo momento lo que quiero realizar y así preocuparnos más de la forma que del placer o expresar.

Finalmente el mundo de la improvisación es tan amplio, que quizás para seguir desarrollando el lenguaje de la danza sería interesante probar nuevos escenarios de investigación, como la improvisación en una plaza, en la playa, en un auto, o más bien en diversos lugares que no sean siempre una sala de danza, más bien espacios que nos permitan desarrollar más la capacidad creativa utilizando los elementos y herramientas del alrededor a nuestro favor

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